28 de mayo de 2008

Tristeza: Un Conflicto Estupido

Esta semana se profundizó el conflicto entre el campo y el Gobierno. Primero, el Gobierno canceló una reunión con los dirigentes ruralistas el día lunes aduciendo "faltas de respeto" proferidas en el acto multitudinario en Rosario. Luego el (ex) presidente Néstor Kirchner uso la estructura orgánica del Partido Justicialista para enviar un mensaje durísimo que profundizó la ruptura del dialogo. En el medio de este conflicto, que cumple hoy 80 días, está la población. La cadena de pagos comienza a romperse, las ventas en el interior se fueron al piso y la recaudación impositiva se ve afectada. Además, ya hay empresas que están reduciendo horas de trabajo, los bancos están perdiendo fondos en lo que ya es una minicorrida y, por ello, el crédito disponible se vio afectado. La gente común, viendo esto, reaccionó con el instinto de cualquier argentino con memoria: Retirando fondos de los bancos, comprando dólares y modificando (reduciendo) su consumo. Es así como se ve menos gente en los supermercados, en los bancos, en los negocios...
Cada día que pasa sin una resolución consensuada de la disputa se agudizan las consecuencias nefastas de la misma ¿Que pasará cuando las grandes ciudades se inunden de cheques rechazados del interior? ¿A quién culpará el gobierno? ¿Quién pagará las consecuencias?
Es claro para mi que las retenciones son un modelo inadecuado de política pública como así también, a los niveles actuales, una herramienta de dudosa legitimidad desde el punto de vista jurídico puesto que rayan en lo confiscatorio. Pero el problema actual ya no está en las retenciones propiamente dichas, sino que en la inhabilidad de los actores del conflicto para resolver el mismo de forma "civilizada".
La carga principal de esta responsabilidad reposa indefectiblemente en el Gobierno, no solo porque en los hechos tiene la facultad y el poder de hacer y deshacer las leyes y regulaciones de la nación, sino porque tiene la responsabilidad institucional de que las cosas no se "desmadren". El Poder Ejecutivo y sus laderos escudan su decisión de no rever las medidas cuestionadas en la contundencia del mandato popular otorgado a ellos en Octubre último cuando Cristina de Kirchner obtuvo la presidencia de la Nación gracias a casi el 50% de los votos positivos de la ciudadanía. Esto demuestra un autismo monumental. El mandato otorgado en un momento determinado no es una carta blanca para gobernar durante cuatro años sin consideración de la opinión de una parte (mayoritaria o minoritaria) de la ciudadanía. Es más. En el caso particular del quinquenio de los Kirchner, el Gobierno es además responsable por haber desarticulado todas las instancias institucionales de diálogo que brinda el Republicanismo y la pluralidad del Federalismo. Es decir, desposeyeron de significado práctico a la palabra "República" del nombre oficial de nuestra Argentina y convirtieron al sistema Federal en una mera formalidad carente de sentido.
En primer lugar, la indisposición de los Kirchner a dar cabida a la ya atrasada obligación constitucional de que el congreso redacte y apruebe una nueva ley de coparticipación federal de los ingresos públicos ha dejado a las provincias y a sus gobernadores ante la dura realidad de someterse al poder Kirchnerista o sufrir las consecuencias de la falta de fondeo. Con la mayoría de las provincias con sus cuentas en rojo, son pocos los gobernadores que han optado por esta última alternativa (de aquí los Radicales K).
En segundo lugar y en este contexto de sometimiento, los gobernadores pagan parte de los fondos que llegan de Buenos Aires con la disciplinada alineación a las iniciativas legislativas K de los diputados y senadores nacionales que les son fieles.
En tercer lugar, y como si fuera poco, Néstor Kirchner alentó la proliferación de partidos políticos que, actuando como oposición encubierta no eran otra cosa que "sublemas" oficialistas que terminaron por engrosar la mayoría K en ambas cámaras legislativas. Así, se destruyo la posibilidad que sea el Congreso de la Nación el ámbito natural de discusión y resolución de las disidencias nacionales.
Esto, a su vez, trajo la cuarta razón: La mayoría oficialista en el Congreso ha venido votando año tras año la ley de "emergencia económica"(sin tolerar discusión alguna). Con esta ley, el Congreso delega en el Poder Ejecutivo, entre otras renuncias de dudosa constitucionalidad, la facultad de establecer y modificar tributos nacionales. Es decir, el Congreso no tiene que decir en el conflicto porque el mismísimo Poder Legislativo cedió una de sus más efectivas herramientas para controlar la racionalidad y discrecionalidad del Poder Ejecutivo. Con el Poder Legislativo y la institucionalidad Federal cooptadas por el PEN, el único recurso institucional que quedaría para equilibrar el desbalance del poder real de la nación no es otro que el Poder Judicial.
Pues bien, en quinto lugar, los Kirchner arremetieron exitosamente contra la independencia del Poder Judicial de varias formas: Se aseguraron el cambio en las reglas de representación en el Consejo de la Magistratura, quitándole lugares a las minorías opositoras en favor de una mayor presencia de representantes K. Con esto, ningún juez que busque un ascenso puede lograrlo sin el apoyo de esta mayoría y, cualquier juez con alguna conducta o fallo cuestionados al punto de llegar a ser analizados por este Consejo, precisará de los representantes K en este organismo para no ser destituidos. Cualquiera diría que un juez es probo no debería temerle a este riesgo. Ahora bien, es notorio el colapso que muestra la justicia en resolver en tiempo y forma las causas por ella llevadas. El Poder Ejecutivo, por su parte, es parte responsable principal de este colapso porque no designa nuevos jueces para cubrir juzgados vacantes (pese a los insistentes reclamos de la Corte Suprema de la Nación). Por ello, los jueces remanentes deben hacerse cargo de mas causas que las que humanamente pueden llevar dado los recursos tecnológicos, financieros y humanos con los que cuentan. Esto, no hace otra cosa que inducir al error a los magistrados. En este contexto, es prácticamente imposible encontrar un juez que no tenga en su haber alguna conducta o fallo que pueda ser cuestionado por el Consejo de la Magistratura. Con una virtual espada de Damocles sobre sus cabezas, nadie puede pensar que un juez tenga la voluntad de impulsar causas o fallos desfavorables al oficialismo ¿Sino, como se explica que Luis D'Elia no haya sufrido ninguna consecuencia judicial luego de copar una comisaria por varias horas? Finalmente, la semana anterior la independencia de la Justicia sufrió otro revés. El Congreso de la Nación aprobó un proyecto de ley oficialista que en la práctica faculta al Poder Ejecutivo a ubicar como jueces subrogantes (jueces que se hacen cargo de juzgados de forma temporal ante la ausencia de un juez nombrado por el Consejo de la Magistratura) a magistrados afines a sus políticas, sin la participación del Consejo de la Magistratura y sin fecha de caducidad de sus subrogancias.
En fin, sin la posibilidad de que el Congreso o las Cortes medien en el conflicto, el Poder Ejecutivo queda como único actor válido para negocias con el campo. Pero los K gobernantes nunca negocian. Su estilo es el de la imposición. Es más, es el de la imposición desde el atril, en la que crean la antinomia permanente del "ellos", los enemigos, contra "nosotros", los "hombres de bien que queremos el progreso del país y la redistribución del ingreso". Los "ellos" fueron alguna vez el FMI, los Estados Unidos, la prensa argentina, los que dicen que ha faltado energía o pronostican que va a faltar, los militares, la policía, Shell, las petroleras, los fondos extranjeros, los supermercados, el campo, "la oligarquía", la oposición y los que votan en contra de los K. Una vez generadas las antinomias se es difícil volver al dialogo. Se abren las brechas, se polarizan las opiniones y se radicalizan las acciones. Cuando el que abre esas brechas es el mismo que tiene la llave de la solución, se hace aún mas difícil avizorar una salida negociada y amistosa, en la cual el que cede no aparezca como que es el que pierde. Porque en una negociación, todas las partes tienen que ceder.
Por su parte, el campo es responsable de entrar en este juego que le plantea el gobierno. Parece una ridiculez el tener que reclamarle a un sector de la sociedad que demuestre mayor madurez que la que tiene el Gobierno nacional, pero en nuestra Argentina al revés, todo es posible. Sabiendo que los K buscan e incitan las divisiones para obtener poder y resolver los conflictos a la fuerza y sin negociación, los dirigentes ruralistas cometieron el craso error de no haber comprendido que la verdadera demostración de fuerza en el acto del domingo pasado en Rosario no reposaba en discursos duros con frases "para la tribuna", sino que en la mismísima manifestación que reunió a 200.000 personas (no militantes rentados) que coparon el Monumento a la Bandera. La dirigencia rural debería haber entendido que lo que necesitaba el Gobierno K era la posibilidad de terminar el conflicto sin parecer derrotado ante la opinión pública. Por ello, un discurso que, sin dejar de ser contundente, abriera la puerta a que los Kirchner puedan retroceder "con honor", hubiese sido una jugada estratégica perfecta. Pero el campo se equivocó. Alfredo De Angeli, con (justa) bronca, no pudo consigo mismo y casi que dio un ultimátum. Eduardo Buzzi, Presidente de la Federación Agraria, no se quedo atrás, y dijo que "el gobierno de los Kirchner es un obstáculo para el progreso de la Argentina" y que el campo va a "ganar o ganar". En la Argentina de las antinomias, esto significa que los Kirchner van a "perder o perder". Error estratégico garrafal. Al día siguiente, se habló mas de la cancelación de la reunión que de los cientos de miles de argentinos que se juntaron en Rosario para decir "basta". Las bases, por su parte, hartos de ser atacados y confiscados por el gobierno están lejos de ver este panorama y empujan a la ruptura. Parece que vuelven los cortes de ruta, entonces ¿No será lo que busca Néstor Kirchner?
Si la vuelta de los cortes con el diálogo roto es, como parece, la voluntad de Néstor Kirchner, es porque el ya delineó una estrategia para salir triunfante de ese escenario.
Por esto, la dirigencia ruralista debería buscar la forma de sacar el conflicto del "campo de batalla" al que lo empuja el gobierno. Ellos harían bien en explorar cualquier medio para volver a la mesa de negociaciones. Aunque les sea difícil luego de los discursos de Rosario y de los desplantes del gobierno, estos dirigentes deberán lograr por todos los medios que las bases no se lancen con cortes de rutas indiscriminados e intransigentes. Al mismo tiempo, deberán hacer equilibrio para que esto no les quite representatividad sectorial.
En este juego en donde el poderoso actúa racionalmente con una intransigencia falsamente irracional, los dirigentes ruralistas deberán saber ponerse el traje de moderados equilibristas entre la intransigencia de sus propios representados y la demostrada por el gobierno. A la vez, tendrán que buscar la formula por la cual ninguna de las partes aparezca como perdedora. Es como pedirle a un pibe de 15 años que sea responsable por su padre de 40. Una ridiculez mas de una Argentina ridícula.
Mientras tanto todos sufrimos las consecuencias. Parece que a pocos les importa. Es muy triste ver a nuestro país así. Es una verdadera lástima
Mader opina.

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